Carta 2 en respuesta a Deadpool

Señor Deadpool:

Ante todo, agradezco profundamente su carta tan... efusiva. Rescato que usted, a lo largo de los años, ha logrado desarrollar una amplia imaginación. Entiendo que, debido a su labor, estas propuestas del carácter que encarna esta carta se vuelven parte de su rutina.

Creo que resulta interesante la manera en la que plantea tal hazaña -también veo que ha pensado algunas ideas extraordinarias-, pero no sé si nosotros (y con nosotros me refiero a la clase política) seríamos los protagonistas indicados para semejante empresa. Creo que debió pretender enviar tal carta a quienes se encuentran desempeñando tareas en su “rubro”, y no a quienes, desde los estribos del poder, nos vemos ante la tarea de ser verdaderamente representativos de la voluntad del hombre. Del único tipo de hombre que los peronistas reconocemos: el trabajador argentino.

Quien, aunque tras tanta historia vivida y tantas vivencias en nuestra joven nación, se encuentra más que familiarizado con propuestas de su tipo -incluso en aquellas que involucran tomar las armas-, considero que cada actitud y cada vaivén en nuestro arco político debe ser coherente con lo que la historia reclama en cada momento particular. Debemos actuar con coordinación y exactitud respondiendo a lo que nuestro tiempo reclama. Los políticos que actúan con precisión son a la historia, lo que las agujas del reloj son al tiempo: ambos marcan el ritmo exacto para que todo funcione, y hoy ese ritmo demanda la lucha por nuestros símbolos y significados, reclama momentos de diálogo, y batallas que se materialicen en el discurso.

Más allá de que considero que el diálogo constituye hoy por hoy una de las exigencias más importantes que nos impone nuestra época, entiendo que sus propuestas se vuelven un tanto… peculiares. Seguramente a usted le debe parecer fabuloso tal conglomerado de políticos que plantea: Kicillof, Macri, Massa, Cristina. ¡Usted sí que no escatima con la diversidad! En sus métodos tal vez sea rudo, pero su retórica es propia de un socialdemócrata. Y, si me permite la comparación, si incluso San Martín, con sus resaltables habilidades estratégicas, hubiese organizado el cruce de los Andes uniendo a Macri y Cristina, no habríamos llegado ni a Luján.

Entiendo la dificultad de la situación y la necesidad de aunar luchas que encuentren ciertos planteos en común, pero a los traidores y a los no leales al Movimiento yo no tengo más que ofrecerles que el repudio de mi persona y el de todo trabajador peronista. Primero, por ser traidores a la patria. Segundo, por responder a intereses foráneos.

Admiro realmente la valentía de usted al dirigirse de esta manera a mí proponiéndome una cuestión de la magnitud que plantea. Pero debo decirle que, por todo lo dicho anteriormente y tanto más -que la posibilidad de expresión que me brinda esta breve carta no permitiría explicar-, debo declinar. Me he enfrentado a muchos gobiernos de todo tipo como para que una marioneta del poder internacional pueda siquiera intentar flaquear la sólida estructura de convicciones sobre la que me erijo, y que no deben ser desprestigiadas por una caricaturesca estrategia propia del mundo del entretenimiento del que usted forma parte.

Y de nuevo, entiendo: eso constituye su propia naturaleza.


Igualmente le digo: ¡No deje de soñar! Es eso lo que caracteriza a un verdadero revolucionario

Juan Domingo Peron


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