Autobiografia

Autobiografia:

Creo que esto que hago ahora mismo, es decir, escribir sobre mí misma, en este caso mi propia biografía, representa  un verdadero obstáculo. Obstáculo porque significa escribir sobre lo que es más íntimo, lo propio, lo que resulta una tarea difícil.

Tal vez sea porque heredé algo de chismosa de mi madre es que lo ajeno me resulta más sencillo de tratar. O quizás porque, al escribir sobre lo que no me pertenece directamente, puedo pensar que se puede ser más imparcial y abordar la vida como algo fácilmente analizable, algo que se puede teorizar; lo contrario a lo que ocurre cuando miramos nuestras vidas siempre caóticas y atolondradas

Pienso que si tuviera que comenzar a contar mi historia, lo primero que haría sería una representación cartográfica.

Todo comenzaria en Banfield, cerquita de la estación, a 5 cuadras de la casa de Sandro, y casi 10 de la casa donde vivió Cortázar. En este lugar no nací, pero viví la mayor parte de mi vida hasta hoy. 

Esas referencias hablan mucho de mí, de lo que significó crecer rodeada de arte y cultura, de teatro y música, todo lo cual comenzó a gestarse en un edificio a 4 cuadras de mi casa: mi colegio significó muchas cosas, pero entre ellas, el inicio de mi interés por el estudio, la enseñanza y los profesores que me insistían en estudiar el profesorado de historia. Más tempranamente, fue el interés por la música, el teatro y la militancia.

A 4 cuadras de mi casa, hace 6 años, las tardes de guitarra, de voces desafinadas, de discos de los padres causaban risa, emoción y un par de lágrimas de vez en cuando.

A 4 cuadras, pero hace menos de 6 años, tal vez 4, mis amigos empezaron a escribir. A la mayoría le gustaba escribir poesía. Los escuchaba en centros culturales del barrio, en los actos que nosotros mismos organizabamos. En las clases, cuando el texto se desprendía de la individualidad de quien escribía y se transformaba en una especie de rejunte de ideas de todo aquel que quisiera  agregar algo, decir algo pero sin la valentía de enunciaro públicamente . Escuchaba a chicos como yo, de corazones inquietos, que necesitaban pararse frente a otros, frente a chicos con la cara alborotada, de piel rugosa propia de la edad, piel como la mía y la de tantos otros compañeros que esperabamos poder escuchar lo que tanto querían contar.

Recuerdo pensar como a esos chicos las palabras se les escapaban del pecho y  les brotaban de la boca, como con una necesidad violenta de liberarse del cuerpo

Fueron años de centro de estudiantes, de desarraigar toda creencia inculcada que me llevaba a la indiferencia. Fueron noches en esa aula sucia y vacía: "Aula 13". Noches de pelea y discusión, de intercambio de libros y de música. Creo que intercambiábamos pedacitos de nosotros porque queríamos que fueran parte de todos.

El enojo justificado también fue parte de todo eso.

Los malos momentos, el día que Anahí no volvió, las marchas a tribunales de Lomas de Zamora, la policía, los juicios, lo fueron también.


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